Por eso el hombre deja a su padre y a su raíz, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»La adolescencia femenina tiene promesas garantizadas que se activan, si deciden entreg